¿Habéis sentido alguna vez la desazón que produce acabar un buen libro? ¿Esa sensación de que de repente los personajes de aquella novela dejan de acompañarte, dejas de compartir con ell@s sus emocionantes aventuras, o sus dramáticas historias y parece que te falta algo?
A mí me pasa por partida doble cada vez que mis compis de sexto y yo terminamos una tertulia literaria dialógica.
Aún estoy de duelo porque hace unas semanas terminamos Romeo y Julieta, y no quiero haceros un spoiler: no quiero desvelaros ningún dato importante, no del final de la novela, sino del cómo se siente una al poder experimentar, con est@s narrador@s de lujo, la lectura compartida de este clásico.
No os contaré lo que significa vivirlo a través de sus ojos, lo que significa experimentarlo desde sus vivencias y lo valioso que es eso, ya no sólo a nivel personal: de desarrollo de empatía, de autoconocimiento, de autoestima, de creación de identidad colectiva, sino en el propio proceso de crecimiento como madre.
No os contaré que a través de las páginas de esta adaptación de William Shakespeare hemos reflexionado, debatido, discutido, entre otras cosas, sobre la vida y la muerte, sobre el suicidio y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, sobre la importancia del amor y la amistad, sobre el machismo, sobre el clasismo, sobre las consecuencias de las acciones, sobre el odio y sus secuelas.
No reflexionaré con vosotr@s sobre cómo a través de las páginas de los grandes clásicos de la humanidad, tenemos oportunidad de experimentar en diferido esas grandes emociones. Podemos vivir como propios esos grandes odios, esa culpa, ese remordimiento, ese amor desmedido, esa venganza descarnada... Desde la ficción tenemos la posibilidad de practicar sentimientos reales, pero además con la posibilidad de reflexionar sobre ellos. Aún más, al tratarse de una tertulia dialógica tenemos la oportunidad de reflexionar en grupo, lo que nos ayuda a relativizar nuestros puntos de vista, a confrontarlos con otras maneras radicalmente opuestas de entender la misma realidad, de modelarlos. Nos ayudan a pasar por el tamiz de las otras maneras de ver el mundo. Y ésta es una posibilidad que sin esas otras personas y en este contexto no seríamos capaces de lograr por nosotr@s mism@s y me niego a trasladaros la importancia de todo esto para la educación emocional de una persona.
No seré yo la que os prive del placer de realizar todos estos descubrimientos por vosotros y vosotras mism@s, porque el aprendizaje de lo bello solo se logra experimentándolo.
Al lado más emotivo, que es el que yo os narro, le añadiremos la base científica, que nos trasladan en http://utopiadream.info donde tenemos compartido mucho conocimiento y fundamento que avala las actuaciones educativas de éxito y donde nos cuentas que las tertulias dialógicas literarias son:
“La construcción colectiva de significado y conocimiento en base al diálogo con todo el alumnado participante en la tertulia. El funcionamiento de las tertulias dialógicas se basa en los 7 principios del Aprendizaje Dialógico y se desarrollan en base a las mejores creaciones de la humanidad en distintos campos: desde la literatura hasta el arte o la música.
A través de las tertulias dialógicas se potencia el acercamiento directo del alumnado sin distinción de edad, género, cultura o capacidad a la cultura clásica universal y al conocimiento científico acumulado por la humanidad a lo largo del tiempo.
Como han planteado Habermas y muchos autores y autoras, en la ética y en la ciencia, es imprescindible el consenso. Sin embargo, no lo es en la estética.”
Aquí os dejos estas palabras. Yo mientras tanto, trataré de superar mi duelo volviendo el próximo jueves a tertulias con mis chicos y chicas. No se me ocurre mejor manera de llenar este vacío que con la Metamorfosis de Kafka. Nos vemos entonces mis jóvenes pero enormes contertuli@s. Gracias por permitirme y enseñarme a seguir aprendiendo con vosotr@s.
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