Es un privilegio disponer de un huerto escolar. Es una aplicación directa de aquello de la “escuela de la vida”. Es una manera de sacar un cachito de realidad y meterla en el cole, pero no desde la lección de antaño sino desde la acción.
De ahí venía el llamamiento a “alzarnos en azadas”: para este proyecto colectivo que trabajarán en las aulas, necesitamos de la participación desde el inicio, pero no desde el semillero, que también hará falta, ojo, sino desde la propia creación del espacio:
Desde conocer el nombre de las herramientas que se han usado para convertir un pedazo de tierra yerma y más dura que una piedra en tres hermosos bancales. Pasando por el trabajo duro y cómplice para conseguirlo. Hasta las risas, el sudor, la ilusión y la satisfacción del trabajo realizado.
A ninguna de las personas que estuvimos allí, habrá que explicarnos la necesidad del respeto y del cuidado de ese espacio, porque es nuestro, lo hemos creado entre todos.
A partir de aquí, multitud de posibilidades para el aprendizaje: observación in situ de un proceso vital completo, conservación y cuidado de nuestra naturaleza, cómo realizar el proceso de cultivo, conocimiento de productos de huerta, por temporada, cuándo se siembra, cuándo se recoge, la diferencia en aspecto y sabor respecto a los que se compran y el motivo, alimentación algo más consciente, maneras de ahorrar en el uso del agua aplicado a la sostenibilidad de nuestro huerto, respeto al medio ambiente y a nuestro entorno y un largo etcétera que nuestr@s maestr@s nos irán mostrando. Todo esto aderezado con el gran aliciente de poder mancharse las manos, de poder disfrutar de su olor y finalmente de poder ver y degustar los frutos del trabajo compartido.
Cómo siempre y con enorme cariño, muchísimas gracias a las personas que lo habéis hecho posible, con vuestro esfuerzo, con vuestro ánimo y arropo, con vuestra ilusión, con vuestra experiencia, con vuestro saber hacer.
Y por terminar con símil vegetal: hace cuatro años se plantó la semilla en forma de sueño, el sábado germinó y cobró forma. La comunidad educativa del Mario Benedetti ya tiene su huerto pero el trabajo no ha hecho más que empezar.
¡Hasta pronto!
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