martes, 18 de diciembre de 2018

La noche de las estrellas



El viernes 14 fue un día muy especial para los mayores de infantil. Todos estaban invitados a “La noche de las estrellas” Algunos estaban tan emocionados que no lograron pegar ojo la noche anterior, y ya siestas... ni por asomo: eran un manojo de ilusión, emoción y excitación. 

Aránzazu, María y Raquel salieron recibir a nuestros intrépidos aventureros del espacio a las seis. Empezaba a anochecer y se presentaba un cielo raso de brillantes estrellas y un frío pelón. No sé quién estaba más emocionado con la separación, si peques o familias. Tantos planes diferentes cruzando por sus mentes... Tras los oportunos “pórtate bien” y un montón de besos de repuesto para toda la noche los asistentes de las tres clases se reunieron para conocer a José Barros: 

Ripense, del barrio de la Luna, profe, soñador y aspirante a viajar a Marte en un futuro no muy lejano. Les ofreció una charla acompañada de una presentación con una descripción general del sistema solar y de la historia de las exploraciones a Marte: los robots que se han enviado para conocer el planeta y los problemas que se han encontrado allí. Les explicó las dificultades que comporta llevar astronautas a Marte: por cuestiones de abastecimiento, de infraestructura... pero que las investigaciones y la ciencia siguen construyendo vías que lo permitirán en un futuro próximo. 

El público infantil quedó encantado con la explicación: fue muy dinámica y les resultó muy amena. Consiguió su atención, su participación y dejar sus bocas abiertas, y no precisamente de sueño. El público adulto que acompañaba y ayudaba en el evento, se quedó con ganas de más, pero era el día de los peques y... “show must go on” 

Tras la visita del gran José Barros, los peques se dividieron por clases y mientras unos visitaban el planetario, otros veían una película y los terceros tomaban su cena. 

¿Cuál de las actividades pensáis que resultó más chula para ellos? 

Pues habría que preguntarles, porque todos los momentos fueron especiales. 

Por supuesto, el de la cena fue un momento muy divertido: 

Tanto desde la visión del adulto que nos cuenta: —Algunos querían empezar directamente por el postre, otros tenían demasiada comida donde elegir, pero todos mantenían el orden, sentados en su sitio y encargándose de su comida y mochila. 

Como desde la de nuestros peques, que podían compartir y disfrutar ese momento con sus compis, con su profe, con las familias y amigos que acudieron a echar una mano... 

Recogidas y limpias las mesas, se pusieron el abrigo y ¡al planetario!: 

Se trataba de una especia de gigantesco iglú inflable que instalaron para ellos en el gimnasio. En sus entrañas les esperaba un momento mágico. No les faltó magia aquella noche, no. 

El primer reto que tuvieron que afrontar fue el de permanecer muy callados debido a la acústica de la cúpula, pero quedaron maravillados ante las imágenes y las palabras del animador que hacía cambiar el firmamento mediante conjuros y prestidigitación. Les presentaron imágenes del sistema solar, de diferentes planetas, pero también a través de sencillos dibujos, conceptos básicos sobre los astros, o sobre porqué se ve mas grande el sol que otras estrellas, o cómo se iluminan diferentes lados de la luna. 

A pesar del frío, el cielo acompañaba a la última actividad que tenían preparada. Nuestros valientes astrónomos, tendrían la ocasión de contemplar la luna y sus cráteres a través de un telescopio de alta definición. 

El cansancio ya empezaba a hacer mella y algún peques echaban de menos el calor de su hogar, pero el trabajazo de los voluntarios y voluntarias que siempre con una sonrisa les amenizaban la espera con juegos y risas cerró con broche de oro la actividad. 

Ya sólo les quedaba regresar a sus aulas al calorcito de la calefacción. Pero... ¡no! las sorpresas y las emociones no habían terminado todavía. Cuando parecía que ya sólo quedaba preparar las camas, por el pasillo apareció una figura extraña. Era un hombrecillo de cabellos blancos y barba larguísima con una túnica brillante hasta los pies, un ajado sombrero de pico y ¿unas deportivas? ¡Pues claro! era el “Mago de las Estrellas”. 

¿Conocéis al mago de las estrellas? Es el que vela los sueños de los peques que se quedan a dormir en sus colegios. Conjura un muro protector, creado con todas las estrellas, para que cuando se van a dormir, los miedos se queden fuera y no puedan pasar. De esta manera, en un momento muy entrañable, les trasladó un tranquilizante mensaje de amor y protección. Los que allí estaban relatan lo bonitas que eran las caras de asombro y emoción de los niños, aunque lamento indicaros que el mago no pudo hacer nada contra la alarma del colegio que, por lo visto, se empeñó en participar también en tan agradable noche. 

Finalmente hubo que acondicionar las aulas y disponerlo todo para el merecido descanso. Para conseguir relajarlos se leyó un cuento muy chulo que se revela con una linterna especial. Disfrutaron del cuento, aunque cinco minutos después, siendo muy generosa, estaban todos dormidos. 

Gracias a todas las personas que con vuestro trabajo y esfuerzo habéis hecho posible esta noche cargada de emoción, esta experiencia inolvidable que los acompañará siempre. 

¡Hasta pronto!







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