Durante esta semana tan intensa, nuestros chicos y chicas han tenido oportunidad de participar en talleres sobre consumo responsable de la mano de Alexia, una mamá del cole y la organización para la que trabaja “Selvas Amazónicas” https://www.selvasamazonicas.org/.
Desde el punto de vista de la educación para una ciudadanía global, se trata de sensibilizar a nuestros peques, y por ende a sus familias y entorno, sobre cómo viven otros niños de su misma edad en otras partes del planeta y de cómo nuestras acciones y nuestros hábitos de vida les influyen y afectan.
¿Qué es la ciudadanía global? “La ciudadanía global se basa en la comunidad y en la persona. Plantea un modelo social y político respetuoso con la dignidad de todas las personas, en el que cada ciudadano y ciudadana es consciente de su pertenencia a una comunidad local y global, se compromete activamente en la construcción de un mundo más justo y sostenible, contribuyendo a erradicar la injusticia y la pobreza.” http://www.ciudadaniaglobal.org/educarciudadania
Desde esta perspectiva han trabajado reflexionando, por ejemplo, sobre el consumo responsable del agua o de los alimentos, la facilidad con que podemos acceder a la educación y las dificultades que se presentan en otros contextos, o el exceso de cosas materiales que muchas veces ni necesitamos ni usamos.
Como es natural, en función de cada ciclo educativo, han trabajado con actividades y metodologías diferentes y acordes a su edad y manera de aproximarse a un proyecto tan complejo. Pero todos compartían la narración de Juan Engonga, un niño de Guinea Ecuatorial, que les explica su manera de vivir, las dificultades que se le plantean en el día a día, pero también sus maneras de entretenerse, de convivir o de disfrutar. Este relato les confronta directamente con sus vidas diarias y sirve de gatillo para la reflexión posterior.
Con los más peques de nuestro cole trabajaron viendo y subrayando diferencias y semejanzas, pero luego recibieron una importante función: Alexia les encomendó una serie de misiones para realizar en su entorno.
En el siguiente ciclo, tras la historia de Juan Engonga, se les planteaban las siguientes cuestiones: Si te diera un millón de euros, ¿qué te comprarías? ¿Y qué cosas hay que no cuesten dinero y tienen mucho valor para ti? En base a estos interrogantes reflexionaban de manera conjunta sobre, al final, con qué cosas se quedarían si tuvieran que elegir: con las que nos cuestan dinero o con las que no. Alexia nos comentaba lo bonitas que resultaban muchas de las respuestas a la segunda pregunta.
Con los más mayores la actividad es más profunda y de un mayor nivel de reflexión. Previamente a la visita, les habían encomendado la tarea de investigar cuáles eran los países más grandes, cuáles los más ricos en cuanto a recursos, cuáles los más pobres... Con esta aproximación previa les surgieron muchos interrogantes: ¿por qué los países más pobres del planeta son justo los que tienen más recursos?. Alexia, les traía además una caja con una serie de productos, con el objeto de que se plantearan qué proceso era el que seguían hasta llegar a sus manos. Desde la materia prima, su elaboración, empaquetado, distribución, y todo lo que ello implica y conlleva desde el punto de vista de la sostenibilidad del planeta.
El pequeño gran objetivo de todo este proyecto es que comprendan que si logramos adaptar nuestros hábitos de consumo a las necesidades reales, no dejándonos influir, por ejemplo, por modas o medios de comunicación, todo el conjunto obtenemos un beneficio no sólo ecológico o ambiental, sino también desde el punto de vista de la equidad global y el bienestar colectivo. Pero sólo desde el conocimiento de la realidad en otros escenarios y el compromiso con la comunidad conseguiremos comprender que en nuestras manos hay pequeños gestos y actos, que realizados de manera responsable y consciente, contribuyen a seguir construyendo un mundo mejor.
Nos comenta Alexia, con mucha ilusión y entusiasmo, que se le queda corto el tiempo de que dispone para poder contarles tantas cosas como le gustaría. Muchísimas gracias por tu trabajo y te animamos a volver todas las veces que necesites porque tenemos muchísimo que aprender. Y... ¿para cuándo un proyecto con los padres?
Desde el punto de vista de la educación para una ciudadanía global, se trata de sensibilizar a nuestros peques, y por ende a sus familias y entorno, sobre cómo viven otros niños de su misma edad en otras partes del planeta y de cómo nuestras acciones y nuestros hábitos de vida les influyen y afectan.
¿Qué es la ciudadanía global? “La ciudadanía global se basa en la comunidad y en la persona. Plantea un modelo social y político respetuoso con la dignidad de todas las personas, en el que cada ciudadano y ciudadana es consciente de su pertenencia a una comunidad local y global, se compromete activamente en la construcción de un mundo más justo y sostenible, contribuyendo a erradicar la injusticia y la pobreza.” http://www.ciudadaniaglobal.org/educarciudadania
Desde esta perspectiva han trabajado reflexionando, por ejemplo, sobre el consumo responsable del agua o de los alimentos, la facilidad con que podemos acceder a la educación y las dificultades que se presentan en otros contextos, o el exceso de cosas materiales que muchas veces ni necesitamos ni usamos.
Como es natural, en función de cada ciclo educativo, han trabajado con actividades y metodologías diferentes y acordes a su edad y manera de aproximarse a un proyecto tan complejo. Pero todos compartían la narración de Juan Engonga, un niño de Guinea Ecuatorial, que les explica su manera de vivir, las dificultades que se le plantean en el día a día, pero también sus maneras de entretenerse, de convivir o de disfrutar. Este relato les confronta directamente con sus vidas diarias y sirve de gatillo para la reflexión posterior.
Con los más peques de nuestro cole trabajaron viendo y subrayando diferencias y semejanzas, pero luego recibieron una importante función: Alexia les encomendó una serie de misiones para realizar en su entorno.
En el siguiente ciclo, tras la historia de Juan Engonga, se les planteaban las siguientes cuestiones: Si te diera un millón de euros, ¿qué te comprarías? ¿Y qué cosas hay que no cuesten dinero y tienen mucho valor para ti? En base a estos interrogantes reflexionaban de manera conjunta sobre, al final, con qué cosas se quedarían si tuvieran que elegir: con las que nos cuestan dinero o con las que no. Alexia nos comentaba lo bonitas que resultaban muchas de las respuestas a la segunda pregunta.
El pequeño gran objetivo de todo este proyecto es que comprendan que si logramos adaptar nuestros hábitos de consumo a las necesidades reales, no dejándonos influir, por ejemplo, por modas o medios de comunicación, todo el conjunto obtenemos un beneficio no sólo ecológico o ambiental, sino también desde el punto de vista de la equidad global y el bienestar colectivo. Pero sólo desde el conocimiento de la realidad en otros escenarios y el compromiso con la comunidad conseguiremos comprender que en nuestras manos hay pequeños gestos y actos, que realizados de manera responsable y consciente, contribuyen a seguir construyendo un mundo mejor.
Nos comenta Alexia, con mucha ilusión y entusiasmo, que se le queda corto el tiempo de que dispone para poder contarles tantas cosas como le gustaría. Muchísimas gracias por tu trabajo y te animamos a volver todas las veces que necesites porque tenemos muchísimo que aprender. Y... ¿para cuándo un proyecto con los padres?
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