La semana pasada, la magia de la imaginación invadió nuestra biblioteca de la mano de Don Guillermo, un prestidigitador de la narración y dramatización de historias, experto además en risa, en reciclaje y en DIY (do it yourself).
Vino de la editorial “LoQueLeo” y ofreció a nuestros estudiantes sesiones de animación a la lectura acompañado de las letras de Roald Dahl.
A cada curso le ofreció una narración diferente. Tuve ocasión de participar en algunas y os contaré aquí un popurrí de todas a ver si podemos ponernos a la altura de nuestros peques en cuanto a crecimiento de imaginación.
Parece ser, según nos contó Guillermo, que las editoriales, no sólo se dedican a hacer libros sino que tienen departamentos de investigación científica. Concretamente, Don Guillermo pertenece al de ciencias psicológicas, epistemológicas, fenomenológicas y nosequémás para el desarrollo de la imaginación. Así explicado, no se entiende mucho, pero consiste básicamente en el estudio sobre aquello que hace crecer la imaginación. Por lo visto, esta última es muy importante por muchos motivos. Tanto es así que se decidieron a crear una máquina cuenta-historias. Podéis verla, en la primera foto, aunque me enfrente a una demanda contra la propiedad industrial, ¿cómo no iba a compartir semejante hallazgo con vosotros?
Bueno, en realidad este prototipo no funciona. Pero tras muchos años de estudios, estos científicos tuvieron que toparse con nuestros estudiantes para que éstos, en cinco minutos, hallaran la solución. ¡El libro! Por supuesto, el libro es esa máquina que hace crecer la imaginación.
Con el fin de continuar avanzando en sus investigaciones usaron a nuestros chicos y chicas como conejillos de indias de un diabólico experimento y… ¡les propusieron leer unos libros de Roald Dahl! A cada curso uno distinto. Los leyeron de principio a fin, de pe a pa, de un lado a otro, de cabo a rabo, tal y como afirmaron al unísono ante las pesquisas de Don Guillermo.
En los distintos cursos hicieron un análisis sobre las lecturas, sobre aquello que más y menos les había gustado. Las partes más apreciadas fueron, por aplastante mayoría, las más criminales y escabrosas. Imaginaos todas las que pudieron salir tratándose del autor que nos ocupa.
Hecho este recorrido, nuestro investigador pasó a la parte de la comprobación empírica in situ para demostrar si efectivamente, tras la lectura, se había producido algún cambio sorprendente. El sabio científico, del renombrado departamento de investigación, nos aclaró que realizar la comprobación es muy fácil puesto que la imaginación se sitúa en el occipital trasero posterior, que crece descomunalmente cuando esta se desarrolla. Tras realizar algún reconocimiento, Don Guillermo, algo asustado decidió transportarnos por los mundos de la fantasía con sus historias “con trastos”, quizá no estábamos del todo perdidos y aún había solución.
Ante nuestros ojos se materializaron: Billy, un bosque siniestro y tenebroso lleno de animales peligrosos y fantásticos, el horroroso, el terrible, el infame y asesino Escupifante, los pequeños duendes de los árboles (no sé, tan pequeños como una brocha de afeitar). No os perdáis las fotos y entenderéis porqué os hablaba de un maestro del reciclaje y del DIY.
Nos presentó en otra sesión al Señor Hoppy, a la Señora Silver y su tortuga Alfie que crecerá con ayuda de aquella fórmula mágica “Agu Trot Agu Trot, etcah royam royam” o más bien con la ayuda del elaborado instrumento para el intercambio de tortugas: “Tortugueitor”.
Y la última que tuve la suerte de presenciar fue una peculiar narración del mito de Perseo. Qué belleza la de la joven Danae, qué Pocoy…digo… qué Perseo, qué Medusa, tan fea, tan cabezona… Qué lanzamiento de jabalina. Uy, no, de jabalina no, de frisbee.
Tras estas escalofriantes historias, ¡vaya si habían crecido los occipitales posteriores de los asistentes!, incluso de las profes más duras del cole (sobre la dureza de las profes me baso en las indicaciones de los chavales, que yo soy una reportera seria, tan seria como reportera).
Muy interesantes también, las reflexiones que ofrecían los alumnos y alumnas de los diferentes cursos cuándo se les preguntaba por la importancia y la utilidad del libro:
- Aprendemos muchas cosas.
- Vemos cómo se escriben las palabras y aprendemos a escribirlas bien.
- Te hace tener más imaginación.
- También te enseña a escribir historias, pero sin darte una lección sobre cómo hacerlo.
Reflexionaron sobre cómo las personas pensamos con palabras, y a medida que incrementamos nuestro vocabulario a través de la lectura, también se incrementa las posibilidades de nuestro pensamiento.
Sobre la diferencia entre leer un libro y verlo en una película: cómo en la película se perdían matices y mucha información. Cómo el libro obliga a aquel que lo lee a imaginarse cada personaje, cada lugar… y el mismo personaje será tan diferente como lo es cada lector que se lo imagina. Y cómo, sin embargo, para ver la película no hay que hacer casi ningún esfuerzo mental, todo nos viene dado.
Ya os digo, han sido unas mañanas muy fructíferas y divertidas, pero para la próxima vez, habrá que pedir a jefatura que programen también alguna sesión para el resto de la comunidad, porque nuestros chicos han disfrutado, pero yo, ¡ni os cuento!
Gracias ¡maestro!, qué gracia, qué saber hacer, qué ganas de ponerme a leer. ¡Os dejo! ¡Nos vemos entre historias!
¡Hasta pronto!
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